Entre las primeras decisiones de la nueva Junta de Gobierno, elegida en el Cabildo de Elecciones de 8 de diciembre pasado, destaca sobre todo el nombramiento de D. Antonio Bejarano Ruiz como vestidor de nuestra Imagen Titular. Sin duda, una designación de tremendo calado, no sólo por la importancia de esta labor en las imágenes de candelero sino también por la larguísima y productiva trayectoria entre nosotros del anterior vestidor, D. Antonio Durán Plaza, con el que tantos momentos inolvidables he compartido desde que lo conocí allá por 1987, hace más de treinta y cinco años. Sin embargo, los actuales mandatarios de la Hermandad lo han tenido muy claro desde el principio y han optado por buscar lo mejor para la Virgen. Y así debe ser, porque para la devoción secular de nuestro pueblo, heredada de generación en generación, hay que intentar siempre conseguir algo acorde a la hermosa y antigua relación de Burguillos con su Virgen del Rosario. Pienso que en este asunto la Hermandad acierta de pleno, porque Bejarano tiene más que demostrado que es un artista en lo suyo, sacando el máximo partido a las tallas que engalana con un estilo personal e intransferible.
De la misma manera, la búsqueda de la excelencia ha de ser el canon de conducta para acometer cualquier proyecto que tenga por destinataria a nuestra Patrona y Alcaldesa. La devoción que Burguillos le profesa, al menos desde 1547, no merece otra cosa. Aquí la historia se cuenta por siglos y si se ha alcanzado la pujanza actual es gracias a los esfuerzos de los que nos antecedieron en el mantenimiento de la llama, siempre encendida desde la noche de los tiempos. Pudiera pensarse que ya no existen cosas por hacer o que con el mantenimiento de lo que hay es suficiente, nada más lejos de la realidad. Esa creencia podría ser válida para otra Hermandad, pero no para la nuestra. Tenemos camino por recorrer e ideas aún por ejecutar, máxime si tenemos en cuenta que cuatro años de mandato en una singladura de casi cinco centurias no son nada. Por eso, os dejo algunas propuestas, que bien podrían llamarse ilusiones, no sólo de mi cosecha, sino que me consta que compartidas por muchos hermanos:
- La finalización definitiva de la Ermita, a la que siguen faltando algunos detalles en la fachada.
- La ampliación de la Casa Hermandad en un doble sentido, por un lado, con la construcción de la segunda planta prevista en el proyecto original, y por otro, con la posible adquisición de un almacén para los muchos enseres con que contamos, lo que permitiría dejar la planta baja actual como museo y salón de actos.
- El plateado de la carreta pues no olvidemos que la actual configuración en madera es susceptible de ser cubierta por el metal repujado.
- El proyecto, quizá a realizar en varios años, de un altar de cultos para la Novena, con su plan delantero, sus gradas y su dosel, todo ello diseñado ex profeso, tal y como viene acometiendo últimamente la Hermandad de Ntra. Sra.de Aguas Santas, de Villaverde del Río.
- La ejecución de una pintura de la Santísima Virgen del Rosario para el óvalo central del Simpecado, para que así nuestra Imagen Titular estuviera siempre presente, cuando peregrina en la Carreta, preside cualquier acto de culto o encabeza una representación en otra localidad.
Podría seguir porque los sueños en torno a la Virgen son inagotables. Evidentemente, después se hará lo que se pueda, pero a mi parecer es ineludible que en todo prime, y sea sostén y base de lo que se haga, la búsqueda de la excelencia, a mayor gloria de Dios y de su Madre Bendita. Resumiendo, como dice la frase que he escuchado bastante en estos meses recientes: “Para la Virgen lo mejor”.
MIGUEL VELAZQUEZ PRIETO