
Al tratarse la Virgen del Rosario de una Imagen de candelero (sólo aparecen talladas la cara, el pelo, el cuello y las manos) la operación de vestirla adquiere una relevancia fundamental, tal y como ocurre con la inmensa mayoría de los iconos marianos de la Baja Andalucía desde la época Barroca. Aun siendo cierto lo anterior, también lo es que la figura del vestidor no ha gozado nunca de excesiva literatura y que la reivindicación de su papel como algo importante es una iniciativa moderna, auspiciada sobre todo por D. José Miguel Palomero Páramo en su libro «Las vírgenes de la Semana Santa de Sevilla». En Burguillos, las noticias sobre los sucesivos vestidores que han aderezado a la Santísima Virgen parten de la tradición oral y se remontan a la posguerra. Es en esa época cuando se encarga de este cometido Dª Concepción de Osuna, mujer que tiene una calle dedicada en el pueblo, concretamente la vía que conecta la calle Real con la barriada Ntra. Sra. Del Rosario y que pasa por delante de la Iglesia. Por las fotografías que nos han llegado de aquellos años, se empleaba una técnica ingenua y espontánea, con muy escasa utilización del encaje, acorde con el estilo clásico de gloria en el que la saya se vislumbra con claridad en toda su extensión. Sabemos con certeza que también algunos Párrocos se atrevieron con este arte: por ejemplo, D. Luís Huertas Ortega, que ejerció su Ministerio en Burguillos desde abril de 1949 hasta junio de 1952.
En un momento indeterminado de mediados del pasado siglo surge la figura del vestidor foráneo que es traído ex profeso para engalanar a la Virgen en el Paso durante las Fiestas de Octubre. Seguramente, por invitación o influencia del que fue Alcalde de Burguillos D. Manuel Medina Pérez, cada mes del Rosario acude a Burguillos D. Francisco Ponce Redondo, histórico vestidor desde 1930 de la Virgen de la Soledad de San Lorenzo, tradicional epílogo de la Semana Santa hispalense. Entre nosotros, este insigne cofrade instaura de forma definitiva el tocado que ciñe el rostro y el pecho de la Imagen y desempeña su labor hasta mediados de la década de los años 70 del pasado siglo.
Tras D. Francisco Ponce, comienza su labor en Burguillos D. Antonio Maqueda Palma, vestidor del vecino pueblo de Brenes y que se decanta a la hora de disponer a la Virgen para sus Salidas Procesionales por las influencias sevillanas contemporáneas, caracterizadas por un acentuado virtuosismo en el manejo de las blondas y los encajes. En el año 1983 Maqueda cierra su labor en Burguillos por la imposibilidad física de subirse al Paso y cede el testigo a un discípulo suyo, también brenero, D. Antonio Durán Plaza, que todavía hoy sigue encargándose de este alto honor con singular arte y total disposición. Antonio es para la Hermandad un colaborador nato que nunca dice que no y, además, es un vestidor que podríamos calificar de todo terreno: igual le pone a la Virgen una mantilla que da rienda suelta a su inspiración con la combinación de encajes crudos y dorados, lo mismo pellizca la frente de la Imagen con aires macarenos de Garduño que pliega y arquea el tocado con reminiscencias trianeras de Morillo. Cumple Duran Plaza una larga singladura con nosotros de cinco lustros y es nuestra ilusión y la suya que sea precisamente él quién disponga las mejores galas sobre la Virgen en el soñado día de su Coronación Canónica.
Antes de acabar con este apartado dos incisos breves pero merecidos. En los años 1994 y 1995, vistió la Virgen para la Procesión de la Romería D. José Asián Cano, que recuperó formas clásicas con un tocado muy reducido, de apenas dos vueltas. Y, por último, desde hace más de cuarenta años se encarga de aderezar a la Virgen para su Altar del Sagrario N.H.D. Manuel Guerra Pérez, inefable benefactor y colaborador de la Hermandad , que heredó la devoción de su madre, la recordada María Pérez Solís.